16 de julio de 2012

¿Qué tal, estimados lectores?
Otra semana más que comenzamos, y otra semana más que nos tienen aquí, dispuestos a compartir lo que tenemos en la revista Infame.
Retomando lo que vimos la semana pasada, hoy les traemos una pregunta en cuestión...
¿Cuál es la diferencia entre "amor" y "perversión"?

La respuesta parecería bastante obvia, pero cuando uno se pone a analizar cuidadosamente, descubrimos que en realidad no lo es. Cuántas veces no hemos sentido un cosquilleo en el estómago cuando vemos a alguien que nos agrada, ¿seguido de una fantasía sexual que dura apenas unos instantes? Si no es que ocurre a la inversa.
¿Acaso no ha sido la perversión interpretada muchas veces como parte del amor? Primero que nada, nosotros somos animales. Racionales, sí, pero animales a fin de cuentas. Nuestros "bajos instintos" suelen salir a relucir cuando es la hora de pavonearse para cortejar a la futura pareja. Y para asegurar de que ésta se quede, sacamos nuestra bestialidad durante el juego sexual; hay veces incluso, en que se trata de una competencia. ¿Quién es mejor en la cama? Para poder responder eso, hay que ser pervertido...
Sin embargo, no todo tiene que acabar en sexo. Hay momentos en que debemos controlar nuestro impulso animal y volver a ser humanos, volver a ser los caballeros que le abren la puerta a las damas y volver a ser las doncellas que vigilan cada mínimo detalle. Porque como sabemos, el amor es mucho más que el coito.

Entonces, queridos lectores, ¿dónde termina el amor y dónde comienza la perversión?

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