9 de julio de 2012

¿Qué tal, lectores? ¿Cómo estuvo su fin? Nosotros esperamos que fantástico.
Y para iniciar la buena semana, vamos a adentrarnos en los secretos que nos oculta nuestra propia soledad.
Seguramente muchos de ustedes han decidido repentinamente, sea por arrebato u ofuscación, alejarse de todo y de todos para luego adentrarse en una dimensión que únicamente les pertenece a ustedes.
Pues este comportamiento es bastante humano por supuesto, y como tal, merece ser "examinado" por ambas partes, porque "¡Déjenme solo!" no es lo mismo que "Necesito estar solo".
La soledad es nuestra única compañía cuando todos se van o cuando decidimos renunciar por un momento a lo que nos rodea, nos proporciona tanto alivio como pesar; nos salva como nos aniquila. E incluso al final de nuestros días, será la única que estará con nosotros.
La soledad, damas y caballeros, es la "infinita compañía en un séquito decadente"...

Ésta es nuestra temática que manejamos en el tercer número y la temática que trataremos esta semana.
Por lo pronto, los dejamos solos con nuestra editorial. Que la disfruten.


Soledad: Encantos y Desencantos “La infinita compañía en un séquito decadente…”
(Dejo aquí mi alma, mi Bonanza se acabó…)

Brindo por tu ausencia. Tu recuerdo con el paso del tiempo se convierte en mera monotonía, acto cabal de mi día a día. Me hallo hastío, miro mi reflejo y sólo me percato que el rostro detrás del espejo,  es un…completo extraño.
“¿Dónde estás?” Me preguntó, al ver los gestos de tan decaído ser. Trato de imaginar qué es aquello que lo atormenta, que lo acecha. No logro respuestas, evito contacto alguno.
Miro por doquier. El cuarto en el que vivo refleja un poco de mi ser. Libros tirados, colillas de cigarro, ropa sucia, restos de comida, botellas vacías, discos arrumbados, un alma envejecida y aquellos olores putrefactos  (mezcla de alcohol y sexo desenfrenado) y una que otra prenda de alguna desconocida  (bragas, sostén).
La gente piensa que vivo en la miseria, cosa a la que no le presto atención. Me preguntan constantemente “¿Qué tienes?” Respondo regularmente -Nada, no tengo nada- (finjo una sonrisa) para calmar sus ansías y vuelvo a mi estado habitual: AUSENTE.
Así me paso la vida. Y no tengo nada y tengo todo, ¿cómo saber realmente que poseo a los ojos? ¿De quién puedo verlo? Me siento entero. En medio de la decadencia y del encanto que emana. Así recibo las mañanas, las tardes, las noches, así llegan visitas a mi morada, así idolatran mi mirada, vacía...sólo refleja halos de malicia que nadie ve, o nadie quiere ver.
Es en estos ratos cuando mi soledad habita, cuando la habitación de en frente parece más atractiva (esa que contiene al solitario ambulante que me mira con cierto rasgo de reconocimiento) pero que ni él ni yo sabemos quiénes somos, ni qué hacemos…
Es cuando aún me pregunto si es que esto es vivir...o es sólo un acto suicida a sobrevivir...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario