23 de julio de 2012

Un nuevo lunes, estimados lectores, y comenzamos de lleno la semana recordando que la anterior tocamos la temática de nuestro tercer número, la Soledad. Comentamos que había distintos tipos de soledad y que ésta podía ser tanto benéfica como dañina. Sin embargo, la pregunta del millón es más simple que eso: ¿realmente es bueno estar solo?

Querer estar solos, es una decisión que tomamos individualmente y bajo determinadas circunstancias, por diferentes razones. No obstante, transcurrido un tiempo, breve o no, buscamos la compañía casi desesperadamente. La razón por la que lo hacemos es bastante sencilla: el ser humano no fue creado para vivir solo. Y esto es visto desde cualquier punto de vista, el religioso, el científico e incluso el esotérico.
En ese caso, la Soledad nunca podría ser considerada como benéfica. Sin embargo, aún seguimos buscándola porque es la única que nos permite encontrarnos con nosotros mismos, la única que nos hace ver la realidad de las cosas con su fulminante silencio y la primera que vendrá cuando sea el momento de partir. ¿Por qué entonces, considerarla dañina? Porque también es la única con el poder suficiente para apartarnos de todo y de todos mientras continuemos vivos.
Considerémosla una amiga celosa, pues en cuanto optas por apartarla de ti, ésta te reclama y exige que vuelvas a su lado. Y esto es precisamente el dominio que ejercemos sobre ella, porque sólo nosotros elegimos estar completamente solos. Nadie forza a nadie aún en las situaciones más adversas e incluso exageradas.
Es por eso que todos nosotros podemos aprender a vivir en equilibrio con nuestra querida amiga celosa. Al fin y al cabo es eso, una amiga.
No son los amigos... ¿un tipo de compañía?

Leticia Maldonado

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