23 de diciembre de 2012

DE NUEVO EL ROCKER


(Quienes no tengan la buena costumbre de leer estas bellas columnas, no sabrán de qué estoy hablando, así que tendrán que revisar el Texto Rencoroso anterior.)

Un día, mientras me estaba echando unos churros con chocolate en la churrería El Moro, entró una persona conocida. El rocker de la vez pasada, el que meses atrás había visto en un local de antojitos, muy cerca de los Teatros Telmex. Y lo más curioso es que de nuevo traía varios discos de acetato bajo el brazo, ¡y encima de todos estaba el disco de Kuman! El rocker pidió sus churros, se sentó, y dejó los discos sobre la mesa. Aunque en esta ocasión, no se puso a canturrear ni a mirar fijamente la contraportada de su L.P. Tal vez porque ahora nos encontrábamos lejos de los Teatros Telmex, los antiguos Televiteatros, quién sabe.

Mientras el rocker paseaba un churro en el interior de su taza de espumoso chocolate, me puse a pensar en varias cosas. A lo mejor se dedicaba a la compra y venta de discos L.P., para la gente que le gustaba la nostalgia. Pero de nuevo recordé el valor que le daba al álbum de Kuman. Me imaginé que, tal vez, aquel disco era un tipo de amuleto de aquel rocker, y por eso siempre lo llevaba consigo. Entonces, se me ocurrió que, sí tanta estimación le tenía a ese álbum, y lo consideraba casi como un amuleto, ¿por qué mejor no se conseguía un cassette, para así no estorbarle tanto? Me dio un ataque de risa, festejando mi simpleza y mi idiotez. Entonces, el rocker me escuchó y me miró. Dejó a un lado su churro a medio acabar y se acercó hacia mí. Pensé que me iba a golpear el rostro, pero el rocker, tranquilamente, me preguntó:

-Disculpa, ¿de casualidad tú no tocabas en Valhalla?
Quedé sorprendido. Valhalla fue el segundo grupo donde toqué (antes me dedicaba a la música, al rock). Estuve en la primera agrupación de Valhalla, antes de que me salieran.
-Sí –respondí.

El rocker se emocionó. Dijo que varias veces vio tocar al grupo, y que le gustaba  mucho. Luego se sorprendió cuando vio que cambiaron de guitarrista, y me dijo que el grupo ya no era lo mismo, que decayó. No niego que me emocionó mucho escuchar eso. De repente, el rocker me preguntó:

-Oye, siempre tuve la duda, ¿tú tocaste también con la Divina Comedia?

Quedé más sorprendido. La Divina Comedia fue el primer grupo donde toqué. Formé parte de las últimas agrupaciones, antes de que se desintegrara. Después de responderle que sí, le pregunté si alguna vez vio tocar a Arkham. El rocker me dijo que no, que nunca lo escuchó nombrar. La verdad, eso me sorprendió aun más: en Arkham toqué más del doble de conciertos que con Divina Comedia y Valhalla juntos. En fin. La vida es muy rara.

Después me preguntó que en dónde estaba tocando ahora. Le respondí que ya no tocaba, que había dejado la música. El rocker se quedó mirándome por un rato. Me preguntó la razón, y le respondí que por una estupidez. Yo quería ser famoso, y como pasaron los años y no lo fui, pues decidí dejar la música. El rocker se quedó otro momento sin hablar y luego preguntó:

-Y, ¿qué estás haciendo ahora, brother?
-Pues, estoy pretendiendo ser escritor –respondí.
El rocker se quedó un rato pensativo.
-Y, ¿también quieres ser famoso escribiendo? –preguntó al fin.

Le respondí que esta vez no. Que ya no me interesaba ser famoso. Aunque tampoco le negué mi deseo de que, alguna vez, me llegaran a publicar; y de que alguien, aunque fueran pocos, pudiera leer mis textos. El rocker se volvió a quedar otro rato pensativo.
-Bueno –dijo al fin-. Al menos tocabas muy bien. Yo también tuve mi banda, pero salí pendejón. Oye, ¿me podrías dar un autógrafo?
Acepté con gusto. Hacía años que no daba ningún autógrafo. El rocker se puso a buscar en su morral, pero al final fue por sus discos y me acercó el de Kuman.
-Fírmame aquí –dijo-. Al fin que la ocasión lo amerita.

Me dio risa. (Hace muchos años, tuve un problemita con Ícar Smith, del grupo Cristal y Acero, en la época cuando Kuman estuvo en escena. Una historia que conocieron muchas personas hace muchos años, y que a lo mejor nunca la vuelva a contar. Parece que tengo la costumbre de quedar peleado con medio mundo. Pero continuemos.) Tomé el disco y planté mi firma muy grande encima de la foto de Ícar Smith, como diciendo yo soy mejor que tú, cual si fuera una venganza tonta atrasada de un adolescente tonto. Y, sorpresivamente, el rocker dijo:

-Lástima que ya no toques, eras mucho mejor que el Ícar. Bueno, brother, ya me voy. Me cae que fue un honor haberte encontrado por acá. Chido.
Me hizo la señal de cuernos y se despidió saliendo de El Moro, dejando sus churros y chocolate a medio terminar, mirando su disco.

Me quedé pensando en muchas cosas, recordando los años en que tocaba. Le di un sorbo a mi taza y, de repente, recordé algo. Al menos pude saber el nombre del rocker (el cual prefiero no decirlo), pero nunca le pregunté por qué siempre llevaba aquel disco de Kuman bajo el brazo, y por qué cantaba frases de la obra. Y por qué dejó que rayara su disco con mi firma, ¿tendría varios iguales?

Me gustaría decir que habrá una tercera columna, pero nunca más volví a encontrarme con el rocker.

Mario Ramírez Monroy

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